jueves, 28 de febrero de 2019

Cuando el peso de la balanza me indica que debo decirte: no quiero verte.

He vuelto del café.

No ha estado mal. Conversaciones efímeras de temas simples que pasan de boca en boca, actualidad, noticias, las vidas de otras personas con las que ni siquiera nos cruzaremos ni una sola vez. 

Vibramos en ondas diferentes. 

Me he enterado hoy que el plan para el fin de semana del 9 era ir el sábado a la casa de una, en la que vive con su novio, hasta el día siguiente. Yo pensaba que excursión de un día. Parece que ya lo habían hablado entre ellas. 

No me disgusta la idea. Al principio sí, me ha pillado de sorpresa, en un momento en el que no tengo claro si quiero compartir tanto tiempo con ellas. Con ellas y con cualquiera. No sé. No me conviene compartir demasiado tiempo con personas que después se llevan mis ilusiones a pedacitos. Luego me cuesta horrores recomponerme al abandono, al hecho de no encajar en la vida de nadie más que para ratitos breves del tiempo. De nuevo el miedo al encontrarte en medio del océano, sin el soporte que te mantiene a flote, para respirar. A hundirte. A no saber volver a la superficie. A quedarte en las profundidades, atrapada en la oscuridad.

Me dijo una de clase, la psicóloga con la que me llevo bien, que su pareja da un concierto este sábado, que me invita a ir con ella. Le he dicho que sí. Que ya hablaremos para quedar. Creo que ya lo puse en el post anterior. Tengo agotadas las neuronas de tanto examen. 

Y mientras escribo estas líneas me llega un mensaje de Ander. A ver qué hago este fin de semana. Así, a secas. Y pienso, vaya, ¿lo habrá dicho para proponerme a quedar? Pero le he respondido con toda normalidad, que iré a un concierto. Y me responde que tendrá la casa libre. De nuevo, así, a secas. Sin una invitación directa. Le respondo que muy bien, que aproveche a organizar una orgía. Me pone un iconito de extrañeza y me pregunta ver si voy. 

Juro que esperé esa invitación como agua de mayo hace un tiempo. Lo hubiera dado todo por esas palabras. Todo. Sin exagerar.

Le he respondido que no. Que en este momento  estoy bien como estoy, que me cuesta volver mucho a este estado y que no quiero salir de eso. Sin especificar más. Me da miedo quedar, que es algo simple, un polvo y ya está. Pero me da miedo salir de este estado emocional gris. Estable. Triste y melancólico, pero no negro. Sin presión en el pecho. Sin que me falte aire. Sin pelear con m,is lágrimas para retenerlos adentro a cada rato. Que aunque de vez en cuando se me escapen, no tengo que estar en vigilancia 24/7.

Y me dice que le diga qué quiero decir con eso. Que quiere saber qué es eso que prefiero hacer más que a que él me coma el coño. Con esas palabras. Le he respondido que con que me entienda yo es suficiente, que no hace falta que nadie más lo haga. Un iconito de OK de vuelta y conversación terminada.

Que tal vez si esa propuesta me la hiciera otra persona habría aceptado. Este fin de semana no, porque quiero ir al concierto. Y si no sale lo del concierto pues me quedaré en casa o lo que sea, pero no voy a ser yo quien diga que no a lo del concierto. Pero el problema es él. Ander.  Que he llorado demasiado por él. Por su aparición en mi vida. Por poner mi mierda patas arriba. Por abrir algo ahí adentro, al fondo, que ha dejado que se escapara tanta tristeza acumulada. Y me da miedo verlo. Aun siendo el propósito de la quedada clara. Un polvo. Con los sentimientos bajo llave. Pero no sé si tengo control de ello. No pienso comprobarlo. Y me duele haberle dicho que no. Es lo que he querido siempre hasta ahora. Un ratito de él. 

Y aparte, que de otra persona me daría igual, pero la manera de decir ese "quiero saber qué prefieres antes que yo te coma el coño" no me parece correcto. No sé. Directo sí. Y las cosas claras.  Pero escuchar esa frase tan vacía de alguien que ha sido la causa de haberme sentido tan mal me defrauda. Mucho. Que él no tiene la culpa. Fui yo que me agarré al flotador equivocado cuando me estaba ahogando. A alguien que no quería ser flotador. Alguien que me dejó hundida cuando un simple café me habría traído a flote, o me habría dejado tomar una bocanada de aire. 

Diferentes intereses, es todo.

Pero ya no quiero verlo. En este momento me perjudicaría más emocionalmente que el beneficio del placer sexual. En la balanza sale que no te quiero ver.

1 comentario:

I´m Sorry

Desde aquí quiero decirte que lo siento. Me respondo tus preguntas. A mí misma, ya que a tí no pude respondértelas. No sé qué me pasa, pe...